El calvario de Bill Walton (The Big Red Head) que pudo acabar en tragedia
Considerado como uno de los mejores pívots de la NBA, Bill Walton alcanzó la gloria individual y colectiva dentro del mundo del baloncesto pese a sus continuas lesiones que, por otro lado, pusieron freno a una carrera con tintes de convertirse en legendaria y que parecía no tener límites para el gigante californiano.
Conocido en la NBA como ‘The Big Red Head’ (el gran pelirrojo), Walton despuntó en UCLA hasta convertirse en el rey del baloncesto universitario para, después de ello, ser elegido como número uno de Draft del año 1974 por una franquicia, los Portland Trail Blazers que, por aquel entonces, daban sus primeros pasos en el baloncesto norteamericano.
Como jugador, Walton era un pívot con gran capacidad defensiva y reboteadora y que tenía una gran facilidad para generar el juego de ataque de su equipo y jugar a espaldas del aro. Características que lo convirtieron en una auténtica estrella de la NBA.
Con una altura de 2,13, su gran envergadura y su pelo rojo largo y rizado, Walton paseó por las canchas de Estados Unidos durante 10 temporadas –entre los 70 y los 80-, demostrando que podía convertirse en el gran dominador del baloncesto de la época, aunque sus problemas físicos, en su pie izquierdo y espalda, pusieron coto a poder conseguirlo.
Aprendió a jugar con el dolor de su pie izquierdo, aunque acabó necesitando numerosas infiltraciones para paliarlo; y por su espalda se vio obligado a pasar hasta 38 veces por el quirófano, un problema crónico que le llevó incluso a pensar en quitarse la vida.
"Cuando estaba tumbado en el suelo, sin poder moverme y sin tener nada, me habría quitado la vida si hubiera podido", confesaba Walton en una entrevista a 'Sports Illustrated', mientras promociona su libro 'Back from the Dead’ (Volver de la muerte, 2016).
"No quería seguir viviendo. Al menos no de esa manera", añadía el ex jugador de la NBA al tiempo que aseguraba que en ese momento pensó "soy consciente de toda la gente que se ha sacrificado por mí, para que vuelva a tener la oportunidad de seguir haciendo cosas. Por ellos tengo la deuda y la obligación de seguir haciendo cosas". Y así fue… continuó.
A pesar de todo, aquellas persistentes lesiones no le impidieron acabar su carrera en 1987 con dos anillos de la NBA, dos participaciones en el All-Star, dos campeonatos de la NCAA y entrar en la lista de los 50 mejores jugadores de la historia del campeonato estadounidense de baloncesto.
En la cabeza de muchos expertos y aficionados queda la pregunta de hasta dónde podría haber llegado Bill Walton en la NBA, si las lesiones no le hubieran perseguido toda su vida… Sólo queda lo cuantificable, que no fue poco, así que hagamos un recorrido por una trayectoria llena de luces y sombras, para recordar a 'The Big Red Head'
Walton nació en La Mesa (California, Estados Unidos) el 5 de noviembre de 1952, en el seno de una familia que no tenía relación ninguna con el deporte, mucho menos con el baloncesto, pues eran más de música, arte y política.
Fue su familia la que dio forma a la personalidad de un chico que nunca dejó de ser un activista por los derechos sociales, aunque no tuvieran nada que ver con él. Vegetariano y con un trasfondo hippie que mantuvo desde los años en los que llegó a ser detenido en Los Ángeles, por protestar contra la Guerra de Vietnam.
Era un niño alto, delgado, pelirrojo y poco sociable que encontró en el baloncesto su particular oasis, un deporte que, ya desde joven, le trajo mucho dolor y amargura a causa de esas lesiones.
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En el instituto ya comenzó su calvario con las lesiones. Las sufrió en el tobillo, en la pierna y en el pie y llegó a tener que operarse de una lesión grave de rodilla. Muchos contratiempos que no impidieron que Walton acabara triunfando en el baloncesto universitario.
Durante tres temporadas fue el líder de UCLA, ganando dos títulos en los años 1972 y 1973 en los que, además, fue el Mejor Jugador de la Final Four y Jugador Universitario del Año, a lo que se sumó una racha histórica de 88 partidos sin conocer la derrota.
Durante los años que estuvo, Walton promedió una media de 20,3 puntos por partido y 15,7 rebotes con 65,1% en tiros de campo y, para la historia del baloncesto universitario quedó su final de 1973 antes Memphis State, donde consiguió 44 de los 85 puntos de su equipo, con 21 de 22 en tiros de campo y 13 rebotes.
Pero en medio de los triunfos, volvieron a tener especial protagonismo sus problemas físicos, en este caso con su espalda, que arrastraría a lo largo del resto de su carrera, hasta el punto de dejarle sin caminar y verse obligado a una compleja operación en el año 2009.
Sus grandes actuaciones le llevarían a ser elegido por los Portland Trail Blazers como número uno del Draft de 1974, con lo que comenzaba una fructífera relación que terminaría con el primer título de la NBA para ambos en 1977, solo 7 años después de la fundación de la franquicia.
Durante esos primeros años en la NBA, a Walton se le comparó con Kareem Abdul-Jabbar. Eran los dos pívots de moda en el torneo y no fue hasta esa temporada 1976-1977 cuando el ‘The Big Red Head’ consiguió desbancar a la estrella de los Lakers del trono.
Fue el primer año que los Blazers llegaban a los playoffs y la cosa no pudo salir mejor. En la final del Oeste se vieron las caras contra los Lakers, el único enfrentamiento directo entre Walton y Abdul-Jabbar en unos playoffs, que se decantaron a favor el primero después de que su equipo barriera sobre la cancha a los angelinos.
En las Finales, les tocó enfrentarse a Philadelphia 76ers, un hueso duro de roer y al que consiguieron derrotar remontando un 2-0 en contra y con cuatro victorias consecutivas. Unas finales en las que Walton promedió 18,5 puntos por partido, 19 rebotes, 5,2 asistencias y 3,7 tapones.
Tras aquel año de gloria, la temporada 1977-1978 empezaba como terminó la anterior, con unos Blazers arrasando y terminaría jugando de nuevo los playoffs, pero esta vez sin Walton, que vio cómo su pie izquierdo, después de mucho tiempo jugando con dolor, terminó escayolado por una fisura.
En sus años con los Blazers, sobre todo los últimos, Walton vivió luchando con sus rivales sobre la cancha y contra el dolor y la presión externa fuera de ella –las lesiones le afectaron en sus dos primeras temporadas y en la última-. Cuestiones que, finalmente hicieron que la estrella buscara una salida lejos de Portland.
Su salida de su primer equipo como profesional estuvo marcada por el enfrentamiento que tuvo con los directivos de la franquicia, a los que acusó de “no tener ni ética ni capacidad profesional para gestionar sus problemas físicos”, algo por lo que pidió disculpas en unas declaraciones de 2009, en las que lamentaba cómo fue su salida del equipo.
Después de lesionarse en la temporada 1977-1978, estuvo otra más sin jugar para recalar finalmente en 1979 en los San Diego Clippers, donde permaneció cuatro años. Fue un traspaso complicado a causa de sus continuos problemas físicos, pero que finalmente se hizo realidad.
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Walton regresó a su California natal, a los Clippers, como el jugador mejor pagado de la historia de la NBA en aquel momento, con un salario de 80.000 dólares anuales. Y todo ello a pesar de las lesiones.
Eso sí, Los Clippers firmaron un seguro por si se diera el caso de que esas dolencias de Walton le obligaban a pasar por el quirófano. Algo que no tardó en pasar. Los dolores regresaron y, finalmente, tras parar, el jugador vio como sufría una recaída de su fractura del pie izquierdo.
En su primera temporada, jugó solo 14 partidos, en las otras dos 33 y 55, respectivamente, todo ello con unos promedios de 13,9, 14,1 y 12,1 puntos por partido, que caerían a 10,1 en el cuarto año, cuando la franquicia pasó a Los Ángeles debido a sus problemas económicos.
Sus años para olvidar en San Diego y Los Ángeles terminarían con su traspaso, en la temporada 1985-1986 a los Boston Celtics, también a pesar de su curriculum de lesiones y de unas pruebas médicas que no lo consideraban como la incorporación más recomendable.
Mucho tuvo que ver en su contratación el técnico Red Auerbach, quien finalmente consiguió incorporar a Walton a las filas de los Celtics para vivir allí una ‘segunda juventud’ y conseguir su segundo anillo de campeón de la NBA como ‘el sexto hombre’ en 1986.
En su primera y exitosa temporada con los Celtics, Walton jugó 80 partidos en la liga regular –la cifra más alta de toda su carrera- y unos playoffs en los que alcanzaron la gloria y el anillo de campeones frente a los Houston Rockets (4-2) con Larry Bird como MVP de la temporada y Walton como mejor sexto hombre.
Aún permanecería en activo una temporada más, la 1986-1987, en la que las lesiones volvieron a castigarlo dejándole jugar solo 10 partidos antes de su retirada definitiva del baloncesto el 14 de junio de 1987 con 34 años.
En el total de su carrera profesional anotó 6.215 puntos (13,3 por partido), consiguió 4.923 rebotes (10,5 por partido) y obtuvo un porcentaje de acierto del 52,1% en tiros de campo, en 468 partidos de liga regular, mientras que en 49 partidos de playoffs promedió 10,8 puntos y 9,1 rebotes.
Los años, ya alejado de las canchas y de sus problemas físicos, le han llevado a seguir cerca del mundo del baloncesto. En su caso, como comentarista televisivo de la cadena ESPN, donde ha seguido a equipos como sus Boston Celtics o los Sacramentos Kings.
No solo por él, sino también por su hijo, Luke Walton, quien también pasó por la NBA como jugador de los Lakers y los Cavaliers y que, desde 2013 ha trabajado como entrenador (o asistente) en varias franquicias del campeonato nortemericano.
“Nací con defectos estructurales congénitos en mis pies, me rompí la rodilla a los 14 años, tuve una grave lesión de espalda a los 21 años. Así que tenía un cuerpo destrozado y seguía persiguiendo mi sueño. Quería ser el mejor, quería ganar todo”, contó Walton en su biografía.
Y quizás no llegó a ser el mejor ni a ganarlo todo, pero, sin duda, es una leyenda de la NBA por su constancia, su esfuerzo y su lucha contra el dolor y las lesiones, que no pudieron impedir numerosos logros, con esos dos anillos para la historia.
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