La drástica decisión de los atletas mexicanos para participar en los Juegos Olímpicos de París
El deporte en general y, por supuesto, la participación en unos Juegos Olímpicos, como será el caso de los de París 2024, requieren de muchos esfuerzos por parte de los deportistas. Entre ellos, también sacrificar algunas cuestiones cotidianas y de lo más normales, como puede ser comer carne roja, algo que están haciendo algunos de los atletas de la delegación mexicana.
(En la imagen, la clavadista olímpica mexicana Gabriela Belem Agundez Garcia)
El tema de la carne nada tiene que ver con opciones veganas o con el hecho de que comer carne sea malo para la práctica del deporte en general, sino que, detrás de esta idea, está el luchar contra un importante enemigo invisible y silencioso de los deportistas: el clembuterol.
Esta sustancia, considerada dopante a nivel internacional dentro del deporte, es un producto de uso originalmente veterinario, pero que algunos atletas de numerosas disciplinas han utilizado a lo largo de la historia para mejorar su rendimiento deportivo de forma ilegal.
Cuenta con propiedades anabólicas, además de actuar como un potente anticatabólico, es decir, que ayuda a ralentizar la acumulación de grasa en el cuerpo, ayudando así a que, con la práctica deportiva, se pueda perder grasa con rapidez sin perder músculo. Algo que, si trasladamos al mundo de la ganadería, serviría para producir carne con menos grasa y más proteínas.
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Es por ello que, desde finales de la década de los 80, el clembuterol fue muy recurrente entre deportistas profesionales y culturistas como alternativa a los esteroides anabolizantes, que ya eran ilegales por aquellos años. Aunque, a partir de 1992, se comenzó a detectar en pruebas antidopaje y a ser considerada como una sustancia ilegal más dentro del mundo del deporte.
A lo largo de los años, han sido varios los casos de deportistas que han dado positivo y han sido sancionados por el uso del clembuterol, como la atleta alemana Katrin Krabbe -en la imagen anterior-, suspendida en 1992; el tenista argentino Mariano Puerta (2003); o el ciclista español Alberto Contador (2010) -en la imagen-.
Y los deportistas de México no son ajenos a ello y, de hecho, cuentan con un extenso historial de positivos y suspensiones por el consumo de esta sustancia dopante. Y el primer ejemplo de ello fue cuando la polémica envolvió en torno a ello a la selección nacional mexicana de fútbol en 2011.
En aquel año, cinco futbolistas del Tri -Antonio Naelson 'Sinha', Edgar Dueñas, Christian Bermúdez y Guillermo ‘Memo’ Ochoa- fueron protagonistas de un gran escándalo cuando fueron dados de baja del combinado nacional tras no superar un control antidopaje en el que dieron positivo por clembuterol, aunque, unos días más tarde fueron exonerados
De forma paralela a lo que ocurría con la selección absoluta mexicana, en 2011 durante el Mundial sub-17 celebrado en México, cinco futbolistas aztecas dieron positivo por haber consumido carne de res y pollo contaminada con clembuterol.
Un caso que fue a más cuando, en la Copa de Oro de 2011, que se celebró nada más terminar aquel Mundial, la FIFA detectó nada menos que 109 casos de futbolistas que habían consumido esta sustancia, entre ellos los de México, un caso en el que, aunque no se castigó a ningún futbolista, fue considerado como un problema de salud pública.
Entre ese año y 2013, el escándalo del consumo de clembuterol se extendió al fútbol de clubes en la Liga MX, donde saltaron a la luz 29 positivos entre futbolistas de distintos equipos, de nuevo provocados por la contaminación en carne de res y pollo.
Pero el caso más reciente dentro del deporte mexicano en cuanto al consumo de esta sustancia prohibida lo protagonizó en 2018 el boxeador Canelo Álvarez, quien fue sometido a dos pruebas antidopaje en las que dio positivo con 0,6 y 0,8 nanogramos de clembuterol por mililitro de sangre, por lo que fue suspendido seis meses por la Comisión Atlética de Nevada.
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El gran problema actual en México, como apuntan desde Los Angeles Times, es que, en la actualidad, muchos ganaderos siguen utilizando el clembuterol de manera ilegal en el país para engordar a sus reses y producir carne con más proteínas, y que, después de consumirla, pasa a la sangre de las personas, razón por la cual muchos deportistas la evitan para no ser sancionados.
Un buen ejemplo de ello es el boxeador Marco Verde, que, como publicaba Associated Press, ha dejado de lado una gran tradición personal como es reunirse con sus allegados -familiares y amigos- para disfrutar de una buena barbacoa para comer carne asada de res todos los fines de semana. Y todo por alcanzar el sueño de poder vivir sus primeros Juegos Olímpicos.
"Cuando yo estoy en mi estado, mi municipio nunca he tenido problemas. Siempre comiendo mis tacos de carne asada. Pero ya me estoy un poco limitando eso. (…) Soy fan de estar ahí con mi familia haciendo esa carne asada, pero por ahora no", aseguró Verde a la agencia de noticias estadounidense.
Otro deportista mexicano que se mueve en esa misma línea es el clavadista Osmar Olvera, quien aseguró a AP que "Yo entreno en el CNAR (Centro Nacional de Alto Rendimiento) y ahí toda la comida es limpia, pero como sea trato de no comer (carne roja), no vaya a ser la de malas".
"A unos días de los Juegos trato de comer lo más saludable posible, esa comida es rica, pero trato de evitarla. Regresando sí comeré todos los tacos posibles", añadía el joven deportista mexicano de 20 años, oro en el Campeonato Mundial celebrado en Doha en 2024.
Sobre ello habló también para AP Canelo Álvarez, que no estará en los Juegos para dar la oportunidad a los púgiles más jóvenes, lamentando que "tristemente sigue siendo un problema en México y no creo que se vaya a ir", además de reconocer que, ahora "compro carne certificada desde ese problema que tuve".
El Servicio Nacional de Sanidad de México (SENASICA) realiza constantes inspecciones aleatorias a las fincas ganaderas para hacer controles y evitar el uso de clembuterol, según Los Angeles Times, pero el problema persiste y los deportistas son daños colaterales de esta práctica, por lo que resulta lógica la drástica decisión que han tomado con la vista puesta en París.