La dura historia que vivió Endrick antes de que el fútbol salvara a su familia
Con apenas media hora sobre el césped entre todos los partidos oficiales que lleva jugados el Real Madrid, Endrick ya se ha convertido en una de las sensaciones de la temporada. Un fichaje de futuro que pinta más que bien y que, tiene detrás su particular historia de lucha y superación.
En una carta publicada en el portal 'The Players' Tribune', escrita antes de llegar a Madrid y dedicada a su hermano pequeño, Noah, el joven delantero brasileño de 18 años se abre de lleno para contarle (a él y al mundo entero) la dura infancia que le tocó vivir en Brasil y cómo gracias al fútbol ha podido salir adelante junto a su familia.
"En nuestra familia, no nacimos en la abundancia. Nacimos para el fútbol", comenzaba diciendo Endrick recordando el día en el que Noah vino al mundo. El ahora jugador madridista (con 13 años), tenía una importante final en el que anotó un gol y volvió a casa con el balón de oro del torneo que le dedicó a su pequeño hermano.
"Finalmente saliste para celebrarlo conmigo. Cuando llegué al hospital, te di un regalo de cumpleaños. No tenía dinero para comprar un juguete, pero te traje el balón de oro del torneo", escribía Endrick.
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Su familia, como cuenta en la carta, vivía en una humilde casa de Vila Guaíra, un barrio de la ciudad brasileña de Curitiba, donde no se bañaban en la abundancia, sino más bien todo lo contrario, algo que para él no fue motivo para no recordar su infancia como una etapa feliz.
"Con el tiempo oirás todo tipo de cosas sobre cómo era nuestra vida. Dirán que todo era dolor y sufrimiento. Pero la realidad es que yo viví una infancia fantástica, gracias a Dios, gracias a todo lo que mamá y papá sacrificaron por nosotros. Y gracias al fútbol, evidentemente", decía.
Aquella casa estaba en una calle sobre una colina, donde, recuerda Endrick, "solíamos jugar al fútbol allí, con todos los chicos del vecindario. (…) Echo mucho de menos esa época, cuando solo era un niño y el fútbol era solo un juego. (…) Me encantaría que hubiéramos podido vivir esos días juntos, hermano", añadía el futbolista.
Su infancia fue feliz, porque, aunque vivían con lo justo, gracias a que sus padres fueron unos luchadores pudieron salir adelante y a pesar de unas penurias de las que siempre trataron que Endrick no fuera consciente. "Vi a papá llorar aquel día. Yo tenía 10 años, y creo que aquella fue la primera vez que entendí que nuestra situación era difícil", explicaba.
La fortaleza de su madre fue uno de los pilares para que pudieran salir adelante: "Dicen que éramos pobres, que no teníamos comida, pero eso no es cierto. Ellos no conocen a mamá, ¿sabes? Ella siempre le dice a la gente: 'Soy demasiado mujer como para dejar a mis hijos sin comida'".
Una situación que describe muy bien con una sencilla frase: "En el plato, siempre tuvimos suficiente de lo que necesitábamos, pero no siempre tuvimos suficiente de lo que queríamos".
Y fue en ese contexto en el que el mundo del fútbol se cruzó en la vida de la familia Moreira de Sousa. Ese deporte era un juego en su infancia que comenzó a practicar con solo 4 años, una vía de escape dentro de una vida de pobreza, pero con el tiempo, se convirtió en su camino hacia una vida mejor.
"Siempre estábamos apurando con lo mínimo. Papá dice que yo me sentaba en el sofá y le decía: 'No te preocupes. Voy a ser futbolista, y voy a conseguir una vida mejor para nosotros'", explicaba Endrick.
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Fue con 11 años cuando Endrick se marchó a São Paulo para incorporarse a la Academia del Palmeiras con un objetivo claro: mejorar la situación de su familia. Y lo conseguiría. En cinco años marcó 165 goles en 169 partidos con las categorías inferiores del club brasileño y terminaría danto el salto al primer equipo, no sin antes atar su fichaje por el Real Madrid.
En aquellos años, sus padres no dejaron de esforzarse por cumplir los sueños de Endrick. Su madre se marchó con él a São Paulo y su padre se quedó para poder trabajar y enviarlos dinero. Su madre terminó viviendo en una pequeña casa con su hijo y otros compañeros de equipo y durmiendo en un colchón en el suelo.
"A veces mamá contaba literalmente el dinero que nos quedaba. (…) En los buenos días, cuando el dinero llegaba, mamá cocinaba chorizo para los demás chicos. Pero la mayoría de los días, solo teníamos para comer nosotros, y ella se sentía muy culpable al cocinar en la casa, porque a ellos también les llegaba el olor a carne, y preguntaban si también había para ellos", dijo.
"En realidad, le supo tan mal, que dejó de cocinar del todo. Recuerdo que había días que justo antes de acostarme hubiera picado algo, ¿sabes? Le preguntaba a mamá si tenía algo para comer, y ella me respondía: 'Duérmete Endrick. El sueño te lo quitará'", agregó Endrick.
"Sinceramente, ojalá no tuviera que contarte esto, porque el hambre no es algo bueno. Espero que nunca tengas que experimentarlo como le pasó a mamá. Pero es una parte importante de nuestra historia. La próxima vez que la veas, dale un abrazo y darle las gracias, porque sin sus sacrificios no tendríamos la vida que tenemos hoy", concluyó.
Después de muchos sacrificios, su padre terminaría trasladándose también a São Paulo, donde consiguió trabajo como limpiador en el Palmeiras y donde recibió todo el apoyo de los jugadores del primer equipo, que, viendo su situación, llegaron incluso a pagarle una dentadura nueva.
A lo 15 años, ya asentado en el Palmeiras, Endrick compró una casa a sus padres dando un vuelco definitivo a la vida de su familia y, sólo un año después, fue elegido -tras anotar 7 goles y hacer a su equipo campeón- como el mejor jugador de la Copa São Paulo 2022 de fútbol junior, el momento en el que el Real Madrid se fijó en él y terminó fichándolo el 15 de diciembre de aquel año.
Ya como jugador del Real Madrid, Endrick continuó en el Palmeiras hasta que cumplió los 18 años, para incorporarse a la disciplina blanca en el verano de 2024. Comenzaba entonces un nuevo sueño para el futbolista -que no ha podido empezar mejor su nueva aventura- y para su familia, que hoy disfruta de una vida asentada lejos de las penurias del pasado.
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