Mary Pierce, la tenista a la que su padre le hizo la vida imposible
Los aficionados y aficionadas al mundo del tenis la recuerdan muy bien; Mary Pierce fue una de las grandes tenistas de la historia: brillante durante la década de los 90 (a pesar una traumática relación con su padre) y en los últimos años de su carrera, brillantes hasta su retirada en 2006. Veamos cuáles fueron sus orígenes, su trayectoria y qué fue de esta estrella deportiva.
A pesar de que está considerada como una tenista francesa, Mary Pearce nació en Montreal (Canadá) en 1975 y creció en Estados Unidos. Sin embargo, su madre era francesa y ella decidió desde pequeña representar al país europeo llevando la bandera gala por los distintos torneos que disputó.
Desde muy niña ya despuntó en el tenis. Comenzó a practicarlo con solo 10 años de la mano de su padre, el estadounidense Jim Pierce, y en apenas un par de cursos se convirtió en campeona de Estados Unidos en la categoría de menores de 12 años.
Había nacido una estrella y se confirmó en el año 1989, cuando debutó en el tour profesional con solo 14 años.
Pero sus primeros años en el tour no fueron ni mucho menos fáciles. Y no fue por culpa de su juego o su adaptación al mundo profesional del tenis, sino por su padre y su comportamiento fuera de lugar durante los partidos de su hija.
Jim Pierce, que además de su padre era su entrenador, se puso en el foco de todos por gritar a las oponentes de su hija sobre la cancha, con amenazas incluidas en algunos casos. De hecho, en una ocasión llegó a gritar desde la grada en una final: “Mary, ¡mata a esa estúpida!”.
Tras un incidente con dos espectadores a los que golpeó por recriminarle su comportamiento, aquello alcanzó su clímax al año siguiente, en 1993, en un partido del Abierto de Francia en el que Mary Pierce se enfrentaba a la estadounidense Kimberly Po, y donde Jim Pierce fue reducido y expulsado por diez agentes.
Como resultado de aquel bochorno, la Asociación de Tenis Femenino (WTA) vetó su presencia en cualquier torneo de la organización durante cinco años y puso en marcha la ‘regla Jim Pierce, por la que se prohibía cualquier tipo de conducta abusiva por parte de jugadores, entrenadores o familiares.
Y lo peor de todo no era la conducta con las oponentes, sino la que tuvo que sufrir la propia Mary Pierce. Cuando la tenista tenía 17 años, The New York Times desveló cuál era la verdadera personalidad de su padre: Jim Pierce era un viejo conocido de la justicia por delitos como robo o falsificación.
Fue entonces cuando se supo de los abusos físicos y verbales que cometió contra la propia Mary Pierce durante los entrenamientos o tras derrotas como una que sufrió en 1991, por ejemplo, en la que perdió los nervios y lanzó a su hija una bolsa cuando abandonaba la pista para, más tarde, propinarle una terrible paliza.
Tras el incidente de 1993, cuando fue expulsado, vinieron días complicados para Mary Pierce por culpa de su padre, que llegó a pelearse blandiendo un cuchillo con un guardaespaldas que le impedía acercarse a su hija. Pero, finalmente, consiguieron librarse de él. Ella lo abandonó y su madre, Yannick, consumó su divorcio.
La situación acabó llegando a los tribunales. Primero fue ella quien emprendió acciones legales contra Jim Pierce y, después fue él quien demandó a Mary reclamando que le había prometido un 25% de sus ganancias como tenistas. Lo que se zanjó con 500.000 dólares que fueron a parar a sus manos para acabar con aquella situación.
Lo malo de aquello es que tuvo sus consecuencias para Mary Pierce durante años. Y es que la tenista mostró su peor faceta sobre la cancha y fuera de ella (con cambios continuos de entrenadores) hasta que alcanzó la estabilidad en el año 2000 de la mano del puertorriqueño Roberto Alomar y de su hermano, David.
"La mayoría de sus entrenadores no comprendieron nunca que Mary necesitaba calma y tranquilidad, y que cuando ella se siente bien todas las demás cosas van encontrando su sitio", explicó la madre de la tenista en una entrevista.
Fue precisamente aquel año 2000 cuando Mary Pierce se rehizo por completo y consiguió cumplir su gran sueño. Ganó el gran torneo de su país, Roland Garros, a la española Conchita Martínez (6-2, 7-5) y, hasta ahora, sigue siendo la última tenista francesa que lo ha conseguido.
Pero sus éxitos, a pesar de todos los inconvenientes sufridos, vienen de mucho antes. Y es que, ya en 1994, a la edad de 19 años, alcanzó su primera final de Grand Slam, aunque cayó derrotada sobre tierra batida contra la española Arantxa Sánchez Vicario por 6-4 y 6-4.
Su venganza contra Arantxa Sánchez Vicario llegaría solo un año después, cuando la venció en el Abierto de Australia por 6-3 y 6-2. Ambas tenistas se verían las caras en dos finales más en las que la francesa se llevó la victoria: Tokio (1995) y Hilton Head (2000).
Tras este primer gran paso, llegarían años de éxitos y de títulos. Un total de 18 títulos WTA a lo largo de sus 17 años de carrera (1989-2006) que incluyen dos Gran Slam, 5 Tier I, 5 Tier II, 2 Tier III y 4 Tier IV. De ellos, 6 sobre tierra, 1 sobre hierba, 5 sobre cemento y 6 sobre moqueta.
También se especializó en dobles, donde ganó 10 títulos, entre los que destacan Roland Garros (2000) y Wimbledon (2005), además de ganar con la selección francesa la Federation Cup en 1997 y 2003).
El 26 de octubre de 2006 en Linz, Austria, Mary Pierce sufrió una terrible lesión de rodilla que acabó con su carrera. Tenía solo 31 años, pero aquel terrible acontecimiento le obligaba a abandonar las pistas de tenis después de 17 años de trayectoria.
Mary Pierce concluyó con una carrera brillante. Nunca alcanzó el número 1 de la WTA, pero llegó a ser tercera quinta en el ranking el 30 de enero de 1995 y forma parte del selecto grupo de tenistas con más de 500 victorias, concretamente 511 victorias (frente a las 237 derrotas que sufrió).
Hasta la fecha, como cuenta en su página web oficial, Mary Pierce se ha mantenido firmemente arraigada y activa en el mundo del tenis, dedicada a entrenar, comentar e incluso organizar torneos profesionales.
En 2019 fue incluida en el Salón de la Fama del Tenis Internacional y, en la actualidad es miembro de la Junta Directiva de la Federación Internacional de Tenis (ITF) y una mujer muy activa en redes, donde se la puede seguir, por ejemplo a través de su cuenta de Instagram: @marypierce_75.
Mary Pierce es un claro ejemplo de superación. De alcanzar sus metas a pesar de las adversidades y todo un ejemplo para todas aquellas mujeres que hoy buscan referentes dentro del mundo del tenis.