El futbolista que luchó contra una dictadura: la historia de Sócrates
Cuando pensamos en grandes futbolistas brasileños, solemos pensar en Pelé, Ronaldinho, Romário, Ronaldo, Cafú... Todos ellos han tenido una enorme influencia en el fútbol actual, aunque si hay alguien que cambió este deporte ese fue, sin duda, Sócrates.
Sócrates fue uno de los mejores centrocampistas de la historia del fútbol y uno de los líderes de un movimiento que cambiaría para siempre el fútbol brasileño, la “Democracia Corinthiana”.
El brasileño, fácilmente reconocible por su diadema y su larga melena rizada, dejó su huella en la historia del fútbol por dos motivos. El primero, el más evidente, por su talento con el balón y su extraordinaria técnica. El segundo, por sus compromisos políticos en su club, el Corinthians, con un sistema nunca antes visto en Brasil.
La historia de Sócrates comienza en 1954, en Belem. Hijo de un apasionado profesor de filosofía griega, decidieron ponerle su nombre en honor a Sócrates, pensador del siglo V. Dos de sus cinco hermanos también llevan nombres de filósofos de la época: Sófocles y Sóstenes.
Brillante y comprometido, Sócrates fue un estudiante brillante, dotado de una inteligencia poco común. Desde su adolescencia, además, se acercó al mundo de la política de una manera crítica, posicionándose en contra de determinados sistemas y, por supuesto, en contra de la dictadura militar brasileña que se vivió entre los años 1964 y 1985.
Después de mudarse a Ribeirão Preto por el traslado de su padre por razones laborales, Sócrates ingresó en la facultad de medicina de la ciudad. A los 16 años, estaba lejos de imaginar que llevaría a cabo una carrera dentro del mundo del fútbol, porque ni siquiera había jugado para ningún club antes de llegar a su nueva ciudad.
Fue allí, en Ribeirão Preto, donde Sócrates descubrió su pasión por el fútbol. Sin embargo, a pesar de su gran calidad como futbolista, continuó sus estudios en la universidad, lo que le impedía entrenar como el resto de sus compañeros. Y, a pesar de compaginar ambas cosas, mostró un excelente rendimiento en las dos.
En 1971, Sócrates entró a formar parte del equipo juvenil del Botafogo, donde rápidamente se dieron cuenta de que estaban ante un auténtico prodigio, un genio del fútbol. Todavía muy centrado en sus estudios universitarios, empezó a impresionar a sus entrenadores con su gran técnica y excelente visión de juego, todo ello disputando sólo sus partidos, ya que no acudía a los entrenamientos para poder ir a clase.
En 1974, con sólo 20 años, Sócrates pasó a formar parte del primer equipo del Botafogo, todo ello sin dejar en ningún momento sus estudios para cumplir su sueño de ser médico. Y, solo dos años después, en 1976, lograron ascender a la Serie A, la máxima categoría del fútbol brasileño, todo ello en una campaña en la que el centrocampista brasileño impresionó a todos al anotar 15 goles en el Campeonato Paulista, donde, a sus 22 años, acabó como máximo goleador de su equipo.
En 1977, en su segunda temporada en la máxima categoría, el jugador continuó su fulgurante ascenso. Fue en esa campaña cuando Sócrates dio una importantísima victoria al Botafogo frente al Santos después de un partido loco (3-2) con el que mostró sus credenciales al mundo del fútbol. Resulta que aquel joven estudiante de medicina también era un excelente futbolista.
El año 1977 fue muy importante para Sócrates. Tras sus excelentes actuaciones en el Botafogo, muchos clubes brasileños se interesaron por el joven centrocampista, que empezó a ganar cierta notoriedad en Brasil. Pero no solo eso, porque, en octubre de aquel año, obtuvo también su doctorado en la prestigiosa facultad de São Paulo.
En 1978, el Corinthians, campeón paulista el año anterior, fichó al joven jugador de 24 años. Desde sus primeros partidos, se consolidó como un fijo dentro del once y siguió creciendo como futbolista. En 1979 ganó el campeonato paulista, su primer título importante, además de ser seleccionado por primera vez con la selección de Brasil.
Hasta la temporada 1981-1982 todo iba bien para el Corinthians y Sócrates. El centrocampista fue elegido como el mejor centrocampista del campeonato en 1980 pero, la temporada siguiente, el equipo brasileño se desplomó y acabó en el puesto 26 del campeonato y terminaron descendiendo.
En 1982 nada iba bien para el club. Además de la corrupción generalizada, la dictadura militar y los malos resultados, la organización y gestión del Corinthians era pésima y los jugadores estaban en constante conflicto con la directiva. Por ello, ese mismo año, Sócrates decidió revolucionar el modelo de gestión de su club.
Junto con sus compañeros, en particular Zé Maria, Wladimir y Walter Casagrande, se convirtió en uno de los líderes de la 'Democracia Corinthiana', un sistema de autogestión del club por parte de los empleados (es decir, los jugadores), en el que cada decisión relacionada con la vida del club estaba sometida a votación por parte de los futbolistas que conformaban la plantilla.
Con ello, los jugadores iban más allá de su simple rol de futbolistas y desarrollaban una relación muy especial con la institución: “Queríamos ir más allá de nuestra condición de simples jugadores trabajadores para participar plenamente en la estrategia general del club. Esto nos llevó a revisar las relaciones jugador-entrenador. Los puntos de interés colectivo estaban sujetos a deliberación”, explicaba Sócrates.
Su plan 'político' y 'democrático' dentro del club fue todo un éxito. El club regresó a la Serie A tras ganar el campeonato y, a finales de 1982 llegaron incluso a la final del Campeonato Paulista, donde se enfrentaron al gran favorito, el São Paulo, proclamándose campeones tras ganarlos a doble partido con dos victorias por 1-0 y 3-1. Sócrates fue entonces elegido como el jugador del año por la revista Placar.
Al año siguiente, el Corinthians repitió su hazaña y logró ganar por segunda vez consecutiva el Campeonato Paulista, en otra final en las que volvieron a verse las caras con el São Paulo. No había dudas de que la 'Democracia Corinthiana' había sido un éxito absoluto y todos los actores estaban implicados en cuerpo y alma con el proyecto.
Con este sistema, desde el club surgió un mensaje contra la opresión que se volvió nacional dentro del contexto político brasileño. Con la palabra 'democracia' escrita en sus camisetas, los jugadores mostraron su oposición al Gobierno, que no pudo hacer nada ante este 'levantamiento' popular. Apodado como "el médico", Sócrates se convirtió entonces en uno de los rostros más reconocibles de la lucha contra la dictadura.
Sócrates contó años después que la forma de organización que crearon entonces cambió para siempre el espíritu del club: "Éramos una gran familia, con las esposas y los hijos de los jugadores. Cada partido se jugaba en un ambiente festivo. Sobre el terreno de juego, luchamos por la libertad, para cambiar el país y el clima que se creó nos dio más confianza para expresar nuestro arte".
En 1984, Sócrates hizo una promesa al pueblo brasileño: permanecería en Brasil si la democracia triunfaba en el país. Pero no fue así y el jugador se ve obligado a marcharse a Europa y, más concretamente a Italia, donde fichó por la Fiorentina.
Su experiencia de dos años en el fútbol italiano no fue del todo buena. Con seis goles en 25 partidos, Sócrates no hizo una buena primera temporada y terminó criticando con dureza al campeonato italiano: "Los resultados están manipulados, todo el sistema está corrupto. ¡Los jugadores, los árbitros, todos! Es una mafia. Una mafia muy bien organizada".
Finalmente puso fin a su carrera en 1989, a la edad de 35 años, tras marcar 316 goles, 22 de ellos con Brasil. Con la selección, jugó dos Mundiales, los de 1982 y 1986, en los que cayó eliminado en cuartos de final; y llegó a la final de la Copa América de 1983, en la que perdieron ante Uruguay. Y, a pesar de que nunca ganó un título con la Seleçao, pasó a la historia como uno de los grandes jugadores y un capitán ejemplar del combinado nacional brasileño.
Hoy, Sócrates es un ídolo y una inspiración para todos los brasileños y, sobre todo, para los aficionados del Corinthians. Además de su carrera y su talento, su personalidad, su inteligencia y su valentía han marcado la historia de Brasil y del fútbol brasileño. Un hombre y un jugador excepcional, padre de una de las iniciativas más sorprendentes de la historia de este deporte: la 'Democracia Corinthiana'.