Murieron (o estuvieron a punto) en el terreno de juego
Ser un deportista de élite conlleva grandes sacrificios. Necesitan dar el cien por cien de ellos mismos a su deporte, desde unos exigentes entrenamientos a los que dedican gran cantidad de tiempo hasta llevar al límite su capacidad física y mental. Y, a veces, eso puede tener consecuencias terribles.
Las lesiones son el riesgo más común al que se enfrentan los deportistas. Según un estudio en el que se entrevistó a 30 profesionales brasileños que participaron en los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011, todos los factores de riesgo de una lesión están relacionados con el comportamiento del atleta: "Sobreentrenamiento, una técnica deportiva incorrecta y alimentación inadecuada".
Otro estudio, publicado en la revista especializada Sports Medicine Open, afirma que existen factores de riesgo específicos de la salud mental de los deportistas. Entre ellos se encuentran las propias lesiones, peor rendimiento, sobreentrenamiento y sensación de soledad entre los que practican deportes individuales.
Sin embargo, hay riesgos médicamente aún poco detectables. Incluso, hoy en día, la medicina deportiva no es capaz de comprender algunos de los factores de riesgo cardiovascular para aquellos que realizan ejercicio de alta intensidad, como se documenta en un estudio del British Journal of Sports Medicine. Lamentablemente, algunos de estos problemas se han dado a conocer de la peor manera posible: sobre el terreno de juego y frente a los fans y sus compañeros
Este 2023 impactó el caso Damar Hamlin. El jugador de la NFL sufrió un paro cardíaco durante un partido en horario de máxima audiencia. El safety de 24 años colapsó después de ser protagonista de una entrada como las que se hacen habitualmente en este deporte. Por suerte para él, un médico pudo salvarle la vida en el mismo terreno de juego. Otras veces, situaciones similares concluyeron en fallecimiento.
En 1960, Howard Glenn murió después de un partido en horario de máxima audiencia con los New York Titans de la Liga Nacional de Fútbol Americano. Una fractura en el cuello del jugador lo llevó a sufrir convulsiones después de abandonar el campo y pedir ayuda en varias ocasiones durante todo el encuentro. Sus entrenadores no pudieron determinar si la lesión tuvo lugar ese día o durante su anterior partido.
Chuck Hughes fue un receptor abierto de los Detroit Lions. En octubre de 1971, el jugador, que por aquel entonces tenía 28 años, colapsó en el vestuario de su equipo. Según The Philadelphia Inquirer, un coágulo de sangre que se había formado en una de sus arterias fue la causa de su muerte.
Chris Pronger sufrió un terrible accidente durante los playoffs de la Copa Stanley de 1998. En un lance del juego, el disco de hockey golpeó su pecho, tras lo cual, se levantó, dio dos zancadas y acabó cayendo fulminado al suelo. Estuvo inconsciente durante unos 20 segundos. Por fortuna, el jugador de St. Louis Blues se recuperó por completo cuatro días después.
El árbitro de la MLB, John McSherry, sufrió un ataque cardíaco durante el partido inaugural del campeonato en Cincinnati. Momentos después de darle unas indicaciones al árbitro de segunda base, McSherry tropezó hacia adelante y se desplomó sobre el césped. A pesar de los esfuerzos por reanimarlo, no pudieron hacer nada por él. Tenía 51 años.
Ray Chapman fue campocorto de los Cleveland Indians entre 1912 y 1920. En un partido contra los New York Yankees, un lanzamiento realizado por Carl May lo golpeó en la cabeza. El árbitro detuvo el partido cuando se dio cuenta de que al jugador le salía sangre del oído. Los Indians ganaron la serie mundial de ese año y se la dedicaron a Champman, que murió horas después de aquel partido víctima del daño cerebral que le provocó el golpe.
En 2022, mientras jugaba contra los Giants, el jugador de los San Diego Padres Jurickson Profar colapsó después de un choque tremendo con un compañero de equipo. Fue llevado de urgencia al hospital, donde le diagnosticaron una conmoción cerebral de la que, sin embargo, se recuperó por completo.
El colapso y posterior muerte del jugador universitario Hank Gathers durante un partido del Loyola Marymount fue dramático. Le diagnosticaron un problema cardiaco del que se estuvo tratando, pero en un partido de semifinales ante Portland Pilots, colapsó segundos después de finalizar un alley-oop, dejó de respirar y acabó muriendo sobre la cancha.
Christian Eriksen colapsó durante un partido de la Eurocopa de 2020 contra Finlandia mientras esperaba a recibir un saque de banda. Fue uno de sus entrenadores el que realizó la RCP al jugador danés frente a sus abatidos compañeros de equipo y a un estadio lleno. Aquella rápida reacción salvó su vida y hoy puede presumir de haber vuelto a jugar.
No corrió la misma suerte Antonio Puerta, defensa del Sevilla, equipo de la Liga Española de Fútbol, que falleció sobre el césped en 2007. Su equipo estaba viviendo uno de sus mejores años cuando el jugador colapsó durante la primera mitad de un partido del campeonato liguero contra el Getafe. Tras caer fulminado, entró en coma y murió.
Durante un partido del Abierto de Miami de 2021, el tenista Jack Draper colapsó en la cancha. El joven de 19 años decidió seguir jugando a pesar de sentirse angustiado y después de que le controlaran el ritmo cardíaco previamente en el set.
La nadadora estadounidense Anita Álvarez se desmayó bajo el agua mientras hacía un ejercicio en solitario en el Campeonato del Mundo Acuático de la FINA en Budapest, Hungría. Su entrenadora, la española Andrea Fuentes, se tiró al agua para rescatarla del fondo de la piscina pudiendo salvar su vida.
El debate sobre dónde están los límites de los deportistas a la hora de forzar su cuerpo y su mente cada vez en más común. El Comité Olímpico Internacional (COI) puso en marcha en 2022 un nuevo proyecto de investigación con el objetivo de proteger la salud física y mental de los deportistas que, con suerte, reducirá estos trágicos eventos.
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